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viernes, 13 de enero de 2012

Metáforas de un reflejo.

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"Siempre estaré contigo”. Formulaste cuando nos conocimos. Me lo prometiste, una y otra vez incansable, creando mariposas en mi estómago, dibujando sonrisas infinitas en mi pálido rostro, iluminando mi mirada como una supernova.
Me hacías tan feliz.
No necesitaba más, tan solo tu torso desnudo arropando mi piel con tu calor, tus besos eternos llenos de pasión y tus manos nerviosas temblaban con mis caricias. Éramos almas gemelas.
De todas aquellas sonrisas,miradas y mariposas no quedaba nada.
Me giré y vi a una niña morena,con aspecto atormentado,el pelo descuidado y totalmente enredado, de sus ojos caían bellas gotas transparentes que cruzaban su rostro terminando en sus labios, lo único que expresaban aquellos ojos era dolor, soledad, tristeza, amargura. Su sonrisa, había dejado de ser sonrisa. Era una curva hacia abajo, que llenaba de pena cualquier mirada que pusieran en sus labios, los cuales, decían a gritos echar de menos los besos de alguien. Tenía un aspecto absolutamente demacrado.
Miré hacia mi habitación, y recordé lo que mi padre me contó cuando era pequeña: “En el colegio no tienes ningún enemigo,ni en casa, ni en la calle, ni en ningún sitio, ni siquiera en la vida. El único enemigo que tendrás en tu vida ...

Bruscamente me giré. Ahí estaba, el único enemigo de mi vida. Reflejado en el espejo de mi habitación. 
Era yo.

El único obstáculo de mi camino era y siempre había sido yo. Pero mi padre nunca me había hablado del amor, ni de sus consecuencias ni de si al ser yo mi única enemiga, puedo ser la única que lo estropee todo. Nunca llegué a entender lo que significaba luchar por amor, luchar contra ti misma por sacar adelante aquello que amas y por lo que estarías dispuesta a renunciar a todo.




Te quiero. 

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